Hoy es uno de esos día en los que me siento marciana.
Se despedía una compañera de trabajo y ha traído pizza, de verduras pero con queso, porque no se acordaba de que no tomaba. La jefa ha traído un bizcocho, ella directamente no sabía que no tomaba leche ni huevos. En estos casos, no me siento demasiado mal, porque ya estoy acostumbrada, pero sí como un perro verde.
Me costó un poco salir del armario cuando me hice vegana, mucho más que cuando me hice vegetariana. Recuerdo cuando le dije a mi "suegra" que no tomaba leche ni huevos. Me preguntó porqué y le dije algo así como que para conseguirlos se explotaba igualmente a los animales y ella me contestó con una carcajada que retumbó la casa. Mi madre fue más delicada, pero también me dijo en su día que lo que hacía "era una tontería". Ella sabe que no lo es, que hay explotación y muerte detrás de los productos de origen animal y no sólo en la carne, pero como me dice: "tampoco vas a cambiar nada".
Me siento incomprendida y si no fuera por los apoyos que tengo, que sólo pueden venir de otros veganos, esto sería mucho más duro. Me duele esta incomprensión, no tanto por mí, que si me quieren ver rara, pues mira, sino por lo alejados que están de entender que los animales no son cosas y merecen respeto. Cada vez lo veo más claro, lo que hago es sólo eso: intentar vivir respetando la vida de los demás animales. Y por pensar y vivir así me tengo que sentir extraña?
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"Estamos atrapados en una época que no es la nuestra". Lo decía el otro día un compañero del foro de la UVE y me pareció una gran verdad (nota del 22 de octubre).
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