Ahí estamos, no? En el mejor de los mundos, con sus cosillas que hay que limar, pero con los buenos principios. La esclavitud, el sometimiento de la mujer y los niños, la homofobia, entre otros, son cosas del pasado o de otros países. Aquí pueden quedar vestigios pero hay consenso en que se deben acabar. Vamos por el buen camino. Podemos irnos a dormir tranquilos.
Yo vivía en este mundo hasta que se me hundió. Se acabó: ahora tengo la conciencia de habitar un mundo que tortura y mata impunemente (eso se llama violencia institucionalizada) a otros animales y lo más triste de todo es que es un mundo que se dice compasivo, humano.
Ahora creo que entiendo a los que lucharon por la abolición de la esclavitud humana, por el reconocimiento de derechos civiles a minorías étnicas o la igualdad de derechos de las mujeres. Antes me sentía cercana a ellos, simpatizaba con ellos, pero no les entendía.
Pienso que debieron sentirse incomprendidos y algunas veces inseguros de sí mismos. Quizás no tenían la certeza de que la causa por la que luchaban fuera a triunfar algún día. Vivieron a contracorriente, pero con el valor que da el saber que algo no está bien y que debe cambiar.
Ahora sé que todavía hay mucho camino, mucho por lo que luchar.
martes, 22 de septiembre de 2009
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