miércoles, 29 de julio de 2009

Restaurantes vegetarianos

El viernes pasado fuimos al Govinda, un restaurante vegetariano que está en el centro de Barcelona. Como siempre que vamos, antes de entrar nos aseguramos que haya alguna opción vegana en el menú. Normalmente pregunto si hay platos sin leche ni huevos, pero esta vez pregunté directamente si había platos veganos. Pues el camarero nos suelta que qué es eso, que si es que no comemos ajo ni cebolla. Increible que en un restaurante vegetariano tengas que explicar que es comer vegano. Una vez se lo aclaré nos dijo que los primeros eran veganos, de segundo había unos macarrones con queso pero que se podía no poner y los terceros eran veganos también. Vale, pues F. se pide los macarrones sin queso y, sorpresa, se los traen con queso. Genial. De terceros pedimos uno de cada y, sorpresa otra vez, resulta que uno de los platos llevaba queso. Me levanto y me voy para otro camarero, ya que vi que el que nos había atendido estaba de un empanado considerable. Se llevaron el plato con queso, no sin antes comentar que "lleva muy poco queso".

Me gustaría que al menos en los restaurantes vegetarianos se supiera que es un vegano porque estoy un poco harta de ver caras de extrañeza al pedir un plato sin leche ni huevos. Otra cosa que me gustaría es no tener que preguntar si un plato es vegano. En algunos sitios tienen la delicadeza de marcarlos en la carta y así te ahorras andar preguntando y que te den respuestas erróneas porque el camarero está agobiado, cansado, no quiere preguntar al cocinero o simplemente le importa tres pepinos. Hay gente que dice que tiene alergia o intolerancia porque es la única manera de que los tomen en serio, pero tampoco me gusta mentir porque creo que pedir vegano es una manera de hacer visible.

Otra queja: la compota de manzana y el batido de frutas está muy bien pero a los veganos también nos gustan los pasteles y los helados. Si yo los hago en mi casa y todo el mundo queda satisfecho, por qué no los pueden hacer ellos?

Pero mi demanda mayor es que haya más restaurantes veganos. La fórmula de los restaurantes vegetarianos funciona muy bien porque comer vegetariano es sinónimo de comer saludable, pero la fórmula vegana funciona en muchos países y lo bueno es que no sólo se basan en el argumento de la salud sino también en el de la ética.

Y después de esta parrafada, deciros que por fin estoy de vacaciones. Bien!! La semana que viene me voy a Viena y ya tengo toda una lista de restaurantes que he sacado de HappyCow.

miércoles, 22 de julio de 2009

Vegana... con mucho gusto

En un artículo de revista de alimentación que tenía que catalogar en el trabajo (soy algo así como bibliotecaria) se comentaba que no sé qué se tendría que hacer a menos que nos resignásemos a ser vegetarianos. No será ésta la primera ni la última vez que se presente el vegetarianismo como una especie de penitencia. Ya no digo el veganismo.

A mí, como a muchos otros veg*anos, me gusta comer y disfruto mucho comiendo y ahora más que nunca, porque no sólo como cosas muy buenas sino que no están manchadas de sangre. Nunca hasta ahora había cocinado y comido con tanta alegría. Igual que digo una cosa digo la otra: hay veces que pienso, "madre mía y ahora que preparo?", pero esto no es algo que no le pueda pasar a alguien que coma "de todo". Mira, se trata de echarle imaginación a la cosa y los platos van saliendo.

Hace un tiempo pasaban un anuncio por la tele en el que dos mujeres eran presentadas y una decía: "Lesbiana, es un placer". Jeje, muy bien traído. De hecho, todavía hay gente que piensa que las lesbianas se pierden algo por no acostarse con hombres. Pues bien, con un juego de palabras parecido yo les diría bien alto a todos los que piensan que comer vegetariano es una privación: "Vegana, con mucho gusto".

lunes, 20 de julio de 2009

Esquizofrenia moral

Este sábado en el metro iba un chico con un hurón en los hombros y, como suele pasar ante un perrito, gatito o niño mono, a algunas personas se les dibujaba una sonrisa en la cara al ver la estampa. En concreto había una pareja con sus dos hijas a los que se les caía la baba y las palabras que me vinieron a la mente fueron: esquizofrenia moral. Me imaginé que esa familia tan amorosa con el hurón seguramente llegarían a casa y cenarían un pollo, un conejo o cualquier otro animal. Y éste es sólo un ejemplo entre miles de la esquizofrenia moral en la que vivimos inmersos.

El término, que a mí me parece muy acertado, aparece en el libro de Pablo de Lora, Justicia para los animales: la ética más allá de la humanidad (Madrid: Alianza, 2003). Es un libro que se encuentra en librerías y bibliotecas públicas. A mí me resultó algo complejo, pero os lo recomiendo.

jueves, 16 de julio de 2009

Dudo, me equivoco?

Una ida de pelota... Me imagino un cuento: una mujer duda de lo que hace, de ser vegana. Su madre le dice que las cosas son como son, que siempre han sido así, que no van a cambiar, que se complica la vida, que se va a quedar sola. Ese día se va a dormir con la duda de si lo que hace es lo correcto: si yo soy una minoría, estaré equivocada, pero yo en mi corazón sé que lo que hacemos con los animales es una gran injusticia.

Se despierta, nota algo raro en el ambiente, se viste para ir a trabajar y cuando sale a la calle un hombre corpulento se acerca a ella y empieza a gritarle que es una puta, que como se atreve a salir así vestida. La agarra por un brazo y se lo retuerce. Todos alrededor, hombres y mujeres, la miran con rabia, como con odio. No lo entiende. Cuando logra liberarse vuelve corriendo a casa. Allí encuentra a su madre, completamente tapada. Le explica llorando lo que le ha pasado y la madre, con lágrimas en los ojos, le dice que cómo ha hecho eso, que si se ha vuelto loca, que como se atreve a salir a la calle con los brazos y las piernas al descubierto, que qué van a pensar de ella, que esperemos que no la haya visto ningún conocido… Ella dice que se tiene que ir a trabajar y la madre vuelve a reprenderla: que ella no ha ido nunca a trabajar, que su sitio está en casa, porque así es como son las cosas, como han sido siempre…

Pero yo en mi corazón sé que esa es una gran injusticia. Esta noche no me iré a la cama con la duda, ahora entiendo: no me voy a quedar en casa; tengo que cambiar el mundo.

lunes, 13 de julio de 2009

La niña y la leche

Os explico algo que vi hace ya un tiempo en el programa de TV3 "Caçadors de bolets" (cazadores de setas). El programa consistía en seguir un grupo de "boletaires" en su búsqueda de setas. En éste en concreto van por la montaña y aparece una vaca pastando. Entonces el presentador pregunta a una niña: a ti te gusta la leche de vaca? Y la niña contesta poniendo cara de asco: La de vaca no… la del supermercado.

Esto me recordó a mí misma que cuando era pequeña y me llevaban al pueblo de mis padres no podía tomar la carne y la leche de casa de mi abuela y me la tenían que comprar del super. Aquella carne y leche olían a los animales con los que había estado jugando y me resultaba repugnante tomarme aquello.

Una vez más, una muestra de cómo vivimos en una burbuja: la bandejita plastificada de carne y el tetrabrik de leche los encontramos en el supermercado completamente "desanimalizados". Parece que hayan llegado allí como por arte de magia y es muy fácil hacer ver que detrás no hay nada, ni sufrimiento ni muerte. Parece que hayan aparecido allí como un bolet, nunca mejor dicho.

miércoles, 8 de julio de 2009

No sabes lo que te pierdes

Esto lo puse hace un tiempo en el Foro de la UVE con el título Idea para un corto

"Trabajo en una zona moderna del Raval de Barcelona. Cuando salgo tarde veo el ambiente cool de los restaurantes, pero por la mañana, cuando llego al trabajo, muchas veces veo a los hombres con delantal blanco descargando de los camiones frigoríficos los cuerpos de vacas abiertas. El contraste repugnante me ha inspirado esta idea que bien podría ser un corto.

Se titularía No sabes lo que te pierdas y sería más o menos así:

Se ve un grupo de amigos, chicos y chicas, cenando en un restaurante. Son jóvenes, guapos y cultos. Conversan y ríen. El restaurante es bonito, moderno, íntimo. Piden los platos, una de ellas pide solomillo y otra un cous cous con garbanzos. Uno de ellos se dirige a la chica que ha pedido el cous cous: desde cuando eres vegetariana? Entre risas, otro comenta: no sabes lo que te pierdes.

A continuación se oye el murmullo de sus voces, traen los platos y la cámara se fija en el solomillo. Hay una marcha atrás en la historia del solomillo. Las escenas se van cortando con breves fundidos en negro. Las escenas son: traen el plato a la mesa, lo cocinan, descargan la carne de los camiones frigoríficos, preparan la carne en el matadero, matan el animal, el animal siendo transportado al matadero, el animal en la granja adulto y después joven, el animal naciendo.

Se repite la misma escena del restaurante: vemos al grupo de amigos, piden los platos, el mismo comentario: no sabes lo que te pierdes.

Ahora la cámara se fija en el plato de cous cous. A continuación vemos un campo de trigo en un día soleado, el aire mueve las espigas y sentimos el silencio y la paz."

lunes, 6 de julio de 2009

Tortilla sin huevo (vegana) de harina de maíz

Ayer domingo fuimos a hacer una visita a nuestro sobrinito, que ya pronto va a hacer 3 meses. Está tremendo de guapo y ahora ya sonríe. Bueno, el caso es que nos llevamos una tortilla para comer.

La receta es de mi madre, que se la pasó una amiga que tiene problemas de colesterol y no puede tomar huevos. Mi madre ha substituido la leche de vaca por la de soja y el resultado es una tortilla vegana buenísima. Para mi gusto, más ligera que la de harina de garbanzo.

Ingredientes (para 4 personas):

1 vaso y medio de leche de soja
Harina de maíz precocida (a ojo, no confundir con la harina de maíz Maizena)
1 cucharadita de levadura
Patatas (dos patatas grandes por persona, más o menos)
1 cebolla
Aceite de oliva virgen
Sal

Preparación:

Freír las patatas cortadas finas y la cebolla en abundante aceite con un poco de sal hasta que las patatas estén blandas.

Mezclar la leche de soja con la levadura y la harina de maíz. La textura resultante debe ser líquida porque al añadir las patatas se vuelve más espesa.

Añadir las patatas a la mezcla de leche de soja y cocinar como cualquier tortilla. Freír en una sartén con un poco de aceite y dar la vuelta hasta conseguir que quede dorada por las dos caras.