domingo, 21 de agosto de 2011

Comiendo vegano por el Algarve

Este verano hemos estado una semana en el Algarve. Como siempre hago, os explico los sitios donde hemos comido por si a alguien le puede ser de ayuda. Ya os avanzo que no es un lugar para que un vegano haga turismo gastronómico, para variar, pero se puede comer.

Nosotros íbamos con la lista de restaurantes de HappyCow (www.happycow.net), que para mí es imprescindible.

En Faro fuimos a Gengibre e Canela (Travessa Da Mota, 10), que está en una callecita que sale de rua Santo Antonio, a tocar de rua Vasco de Gama. Se supone que hay otro en la rua St Portugal pero no lo supimos ver. Es un restaurante tipo buffet y se come bien por un precio razonable. Por 7 euros y pico tenías una crema y un plato principal con ensalada. El postre y el agua iban a parte. Nosotros tomamos un postre vegano bastante resultón, con pera y crema de coco. Eso sí, sólo abren al mediodía. Tiene blog: gengibrecanela.blogspot.com

En Faro también está O Ribatejano, que no es vegetariano pero tiene algunas opciones veganas. Nosotros fuimos un jueves por la noche y estaba cerrado, así que entiendo que sólo abren por la mañana.

En Albufeira pensábamos ir a comer a Ta Bom (Travessa Casi Herculano, 8) pero resultó que abrían a partir de las 17 h (qué paciencia!), pero por allí cerca encontramos un indio que nos sacó del apuro. En información turística nos dijeron que el otro restaurante que sale en Happy Cow, Eurasia Restaurante Vegetariano (rua Almeida Garret, 3), estaba en una calle bastante alejada del centro.

En Lagos fuimos un par de veces a cenar a Terraco da China (rua 25 abril, 91), que es un restaurante chino como cualquier otro pero con noodles de arroz, un plato de tofu y algunos platos de imitación de carne: pollo, pato y pescado. Por cierto, que el pollo resultó ser seitán. Explicadles que no tomais huevos porque los platos de arroz suelen llevarlo.

También en Lagos fuimos al Lemon Grass (Travessa do Mar), que es un restaurante de comida tailandesa, más cool y un pelín más caro. A mí no me acabó de gustar, sobre todo porque me encajonaron contra la barra y pedí un curry medio picante, me aseguré que era medio picante y no muy picante, y luego resultó que aquello no se podía comer.

En Lagos hay mucho turista inglés, así que los restaurantes ya se preocupan de ofrecer opciones vegetarianas. Además hay bastantes restaurantes indios. Nosotros fuimos a uno que se llama Taj Mahal (rua Infante de Sagres, 56). Si buscais el Marharaja de Lagos, que aparece en la lista de HappyCow, sabed que la calle Dr. Jose Formosinho no está en el mismo centro, sino casi entrando en la playa de Pinhao.

Y esto en cuanto al comer se refiere, en cuanto al viaje... mi compañero y yo hemos vuelto con la intención de hacer un replanteamiento de las vacaciones.

Ha sido muy agotador, hemos pasado mucho calor, nos movíamos en autobús y los trayectos se nos hacían interminables, con multitud de paradas y con un aire condicionado casi imperceptible.

Es lo que tienen este tipo de viajes de ir "a ver cosas". No es que no haya momentos buenos, pero el grueso del día suele estar ocupado con momentos no tan agradables (buscando los transportes, viajando, pasando calores sofocantes, perdiéndote y pensando que no llegarás al destino, buscando un sitio donde comer para que luego resulte que está cerrado, andando y sudando, cargando peso y desesperándote, en general). Lo bueno es que en un día te llegan a pasar tantas cosas que tienes la percepción que el día es mucho más largo, así que una semana de turismo acaba siendo como dos o más. Con esto conseguimos alargar la hora de volver a la rutina diaria. Además, después nuestro cerebro procesa todas estas experiencias y se queda con lo que quiere. Por ejemplo, a mí me suele pasar que cuando ya estoy muy asqueada en el trabajo, de repente me sorprendo recordando un momento de un viaje que a lo mejor hice hace dos años. Estas son las cosas positivas de hacer de turista pero aún así creo que ha llegado el momento de replanteárselo. También es verdad que no soy muy viajera (y esto en estos días está muy mal visto: hace cateto), pero creo que debe haber alternativas a este tipo de viajes.

En cuanto a los pueblos que visitamos: Faro es la capital del Algarve pero no es de las más turísticas, básicamente porque no tiene playa. Lo que tiene es un centro histórico, pero pronto está visto. Lo mejor de Faro es ese encanto propio de las ciudades portuguesas, ese aire meláncolico y decadente que se desprende de sus fachadas que se caen a cachos. Allí encontramos un perro abandonado en un estado deplorable. Fuimos al ayuntamiento, llamamos al refugio de Loulé (Faro no tiene), hablé con gente por si podían hacer algo... En fin, que no sigo. Aquello fue un trauma y no puedo decir más. El perro por las calles que se caía y la gente pasando literalmente, alguna cara de pena (pocas) y la gente preocupada de que no se acercara a sus negocios.

Albufeira tiene una bonito casco histórico de casitas blancas y una playa immensa y muy bonita, pero para mí esto no compensa el macrocomplejo turístico en el que se ha convertido. Además, allí pasé tantas calores y el trayecto fue tan pesado, que no puedo hablar cosas buenas de él.

En Siles visitamos el castillo árabe y la parte histórica. Lo mejor es que no es tan turístico. Lo peor, como en Albuferia, el transporte y las calores. Y ojo, no es que haga más calor que en Barcelona, pero es que aquí yo no estoy en la calle todo el santo día y menos a según que horas.

Lagos es casi el pueblo que más me gustó. También es ultraturístico pero nosotros estábamos en el centro, lejos de los hoteles y los apartamentos. Hay mucha gente, muchos restaurantes, pubs... Hay mucha juventud por allí. De todas formas, le encontré su encanto y tiene unas playas muy bonitas entre acantilados, la de Pinhao, Dona Ana, Camilo. Nosotros hicimos el camino a pie hasta Ponta de Piedade (en la foto).

lunes, 1 de agosto de 2011

Brownie vegano de chocolate y nueces

Para celebrar que empiezo las vacaciones (por fin!), os paso esta fantástica receta que también aprendí en el curso de Lujuria Vegana, el mismo en el que hicimos el plumcake de zanahoria. Es muy fácil de hacer y siempre sale bien, así que si os gusta el chocolate no os lo podéis perder.

Veréis que de algunos ingredientes pongo una cantidad, que es la que nos dijeron en el curso, y entre paréntesis otra, que es la que a mí me gusta poner. Por ejemplo, en el caso del azúcar, los pasteles de Lujuria los encuentro excesivamente dulces, así que yo le pongo bastante menos cantidad.

Ingredientes:

125 gr de chocolate (70 % recomendable, pero si es menos también queda bien)
125 gr de margarina
150 gr de harina
225 gr de azúcar moreno o fructosa (yo le pongo 80 gr)
70-80 gr de nueces peladas
1 cucharadita de levadura Royal (yo le pongo medio sobre)
1 cucharadita de esencia de vainilla o vainilla en rama infusionada (opcional)
1 cucharadita rasa de sal
agua

Preparación:

Fundir el chocolate con la margarina en el microondas o al baño maría (nunca directamente al fuego, porque se podría quemar).

Se mezclan los ingredientes secos (harina, sal, azúcar, levadura) y se añade una tacita de agua (250 ml). Añadir el chocolate fundido al bol, la esencia de vainilla o vainilla infusionada y las nueces cortadas muy finas.

Preparar un molde de 20 x 20 o 25 x 25 (o lo más parecido que se tenga) y forrarlo con papel de hornear. Yo por ejemplo utilizo un molde de bizcocho típico y queda bien.

Precalentar el horno a 190º y hornear el pastel a 180º hasta que al pinchar con un tenedor, salga seco. Dejar fuera del horno hasta que se enfríe y guardar en la nevera.