domingo, 28 de febrero de 2010

¿Qué es vegano/veganismo?

A raíz del artículo sobre activismo efectivo, en el que se recomienda que estemos preparados para contestar las preguntas que nos suelen hacer habitualmente, me he planteado hacer un FAQ (frequently asked questions) que sea útil para mí y para quien quiera aprovecharlo.

La primera pregunta que planteo no podía ser otra que qué es vegano o veganismo. La gente sabe que es un vegetariano, aunque muchas veces creen que es alguien que come pescado o pollo, pero la palabra veganismo es todavía poco conocida. Cuando nos preguntan qué es vegano, a veces caemos en la tentación de soltar una retahíla de las cosas que no hacemos o no podemos hacer, haciendo creer a la gente que el veganismo es como una especie de religión que prohíbe un montón de cosas. Al contrario, creo que el acento se debe poner, más que en lo que no hacemos, en el aspecto ético.

Mi respuesta se basa en parte en lo que he encontrado en esta web y esta otra de la ONG Libera! Allí encontraréis más información.

Es una respuesta bastante larga, pero siempre se puede ofrecer la información más básica y extendernos si así lo solicita el interlocutor.

¿Qué es vegano/veganismo?

El veganismo es un planteamiento según el cual se guarda respeto hacia todos los animales, rechazando las prácticas y el consumo de productos que provengan del uso o de la muerte de los animales.

Los animales no son cosas, son seres sensibles, tanto a nivel físico como psíquico, porque tienen un sistema nervioso y un aparato locomotor. Son capaces de sentir, de disfrutar y de sufrir. Ellos tienen unos intereses, como mínimo el interés por vivir, de disfrutar de sus vidas en libertad y de hacerlo sin padecer sufrimiento. La realidad es que a la práctica utilizamos a los demás animales como si fueran cosas, objetos, productos, medios para producir un beneficio y no tenemos en cuenta sus intereses más básicos.

Nosotros tenemos alternativas al uso de los animales, podemos alimentarnos con productos de origen vegetal (evitando la carne, el pescado, los huevos y los lácteos) y estar perfectamente sanos y disfrutar comiendo. También podemos vestirnos, calzarnos (evitando la piel, incluyendo el cuero, o la lana), cuidar nuestra higiene y divertirnos sin necesidad de usar al resto de animales, como en las corridas de toros, los zoos o los circos.

Cada segundo son asesinados 15.000 animales para consumo humano. Es una gran cantidad de sufrimiento totalmente innecesario. Nosotros podemos elegir apoyar esa explotación o boicotearla. Ser vegano es como decir yo estoy en contra de esta gran injusticia, de esta crueldad que es la explotación y muerte de los demás animales. Si los animales no son cosas, entonces no deberíamos usarlos, deberíamos respetarlos.

Los veganos éramos personas que decíamos que nos importaban los animales, pero a la práctica estabamos participando en su explotación. Un día te das cuenta de la incongruencia que es que te preocupen los perros y los gatos, pero por otra parte te estés comiendo a cerdos o pollos, que son seres que sienten de igual forma. Nos han educado para pensar que hay unos animales para acariciar, como los perros, y otros para comer, como los cerdos. Pero eso es algo completamente arbitrario, cultural, sin ninguna base.

Las personas debemos ser críticas y como mínimo conocer la realidad y reflexionar sobre ella. Hay muchos intereses económicos que impiden que esa información se difunda, pero tenemos la obligación moral de conocerla. En libros y en Internet se puede encontrar mucha información, así como vídeos que muestran la realidad de las industrias de explotación animal. “Earthlings” es un documental muy famoso que es fácil de encontrar en Internet.

Conocer la realidad y reflexionar sobre ella es lo mínimo que deberíamos hacer. No es justo que miremos hacia otro lado, mientras ellos no tienen esta alternativa.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Un pececillo

Cerca de donde trabajo hay una tienda de esas que liberan móviles, locutorio y no sé cuantas cosas más. En el escaparate tienen una pecera, de esas redondas y minúsculas. Por mucho tiempo ha estado vacía, pero hará una semana y media o dos, como mucho, pusieron un pez naranja. Como os podéis imaginar me dió mucha pena. Qué necesidad hay de poner animales en esas condiciones? Hace dos días pasé por delante de la tienda a la hora de comer y el pez flotaba inmóvil, muerto. De vuelta a casa, por la tarde, la pecera volvía a estar vacía.

Se les ocurrirá reemplazarlo por otro, que como mucho sobrevivirá algunos días?
Cuánto vale un pez naranja? Nada, seguro que menos de lo que te cuesta un desayuno. Para ellos era sólo una decoración, como podría haber sido un jarrón o cualquier otra cosa.

Me ha dado mucha pena y mucha impotencia, impotencia de no poder entrar en sus cabezas y gritarles y marcarles a fuego que los animales no son cosas, que sus vidas no tienen precio porque son sus vidas.

Si ponen otro pez entraré a hablar con ellos. No creo que sirva de nada, pero no me voy a callar.


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A los pocos días habían puesto otro pez y entré a hablar con el propietario, que debía ser paquistaní. Le expliqué mis razones, a saber, que el pez no estaba en condiciones y que si no lo quitaban de allí me informaría si había alguna manera de denunciarlo. El hombre me explicó lo mucho que le gustaban los animales y me daba la razón en todo, pero el pez siguió allí como si nada.

Una compañera animalista y abogada me sugirió que dejase constancia en el libro de reclamaciones y que si me ponían pegas llamase a los mossos. Efectivamente, pusieron pegas y llamamos a los mossos (hablo en plural porque estaba con F. el día de los mossos). Al final los mossos me dijeron que si no era clienta no podía poner reclamación pero podía quejarme en la oficina del consumidor. Como pensé que en la oficina del consumidor también me pedirían que fuera clienta, decidí presentar una instancia en el Ayuntamiento, cosa que pensaba hacer junto con la reclamación, pero el dia que iba a llevar la instancia me llevé la grata sorpresa de que el pez ya no estaba. Ni el pez ni la pecera. Y ahora hará unos días que vuelve a estar la pecera, vacía. Seguramente esconderían la pecera para que no se viera desde la calle y una vez muerto el pez la han vuelto a colocar en su sitio de siempre. Se les ocurrirá poner otro pez?

Cuando hablamos, el propietario del negocio no paraba de decirme que los culpables eran los que vendían los peces en las Ramblas, que me fuera a quejar a ellos y no a él. Que no lo dude, este sábado hay una protesta organizada por la plataforma Rambles ètiques, que piden lo que dice la ley y que así, de una vez por todas, esas paradas desaparezcan. Pero que unos vendan no justifica que otros compren.

Seguiremos vigilando al señor del locutorio, amante de los peces, que sin embargo no debe llorarlos mucho porque sino tendría un duelo cada 15 días.

Nota del 23 de marzo

domingo, 21 de febrero de 2010

Activismo efectivo

Os paso un resumen de un artículo sobre activismo efectivo que encuentro muy interesante y de mucha utilidad. Aunque algunas de las cosas que el autor propone son contraintuitivas (por ejemplo, si alguien es estúpido contigo, lo razonable sería serlo tú también con él) son las que considera tienen un efecto más positivo.

Ésta es la referencia del artículo:

Friedrich, Bruce. “Effective Advocacy : Stealing from the Corporate Playbook”. En: Singer, Peter, ed. In Defense of Animals : the second wave. Malden, MA [etc.]: Blackwell, 2006, p. 187-195.



El resumen, más o menos, es éste:

Los defensores de los animales debemos hacer del activismo una prioridad en nuestras vidas. Seguro que tenemos muchas otras cosas que hacer, pero todos podemos encontrar unas horas a la semana para repartir folletos sobre vegetarianismo o escribir unas líneas sobre el tema de los animales para el periódico local, por ejemplo.

Así como es importante hacer del activismo una prioridad, también lo es hacerlo más efectivo. Este artículo trata sobre eso. Hay que remarcar que el autor se basa en su propia experiencia y pretende que otros puedan aprender de sus errores.

Vender los derechos de los animales: crear un movimiento al que otros se quieran unir

En este punto presenta algunos principios útiles para hacer un activismo efectivo, basándose en los principios de Dale Carnegie.

Principio Carnegie 1: Se respetuoso

El primer principio esencial para nuestro activismo es ser siempre respetuoso, incluso cuando la otra persona no lo garantice contigo. Cuando alguien te dice “pero las plantas también sufren?” o “pero los animales se comen entre ellos” o cualquier otra cosa, puedes estar tentado de hacer ver a la persona lo absurdo de su pregunta, pero si haces sentir a la persona como si fuera estúpida, se pondrá a la defensiva y no te escuchará.

También hay personas que prentenden ser estúpidas y ofensivas, pero si se intenta evitar bajar a su nivel es posible llegar a conversar. Siendo respetuosos es posible que una conversación que empieza mal se reconduzca y si no es posible, siempre se puede cortar con educación. De esta manera, la gente que esté alrededor se llevará una buena imagen de nosotros y de los defensores de los animales en general, cosa que no conseguiríamos si bajásemos al nivel de quien nos pretende ofender.

Principio Carnegie 2: Se una persona amable

Ser amables es algo fácil, si somos conscientes de nuestras limitaciones y realmente hacemos un esfuerzo. Todos sabemos que como se dicen las cosas es generalmente más importante que lo que se dice. Los defensores de los animales más efectivos son los que hacen su activismo con una sonrisa y un interés genuino por los demás.

Principio Carnegie 3: Vístete para triunfar

Aunque la apariencia no sea el tema que nos mueve, es algo importante a la hora de ser más efectivos. El autor explica que durante años llevó una barba densa, el pelo por los hombros, ropa que pocos querrían vestir y no se duchaba más de una vez por semana. Desde que su apariencia es más conservadora ha conseguido que muchas más personas le escuchen y se hagan veganas. Propone que se priorice el ser más efectivos en nuestra defensa de los animales que nuestro propio gusto por vestir de una determinada manera.

Principio Carnegie 4: Se optimista

Ante todo el sufrimiento que nos proponemos combatir es difícil, incluso poco razonable, pedir que seamos optimistas. Pero una vez más, nos hemos de preguntar como seremos más efectivos para ayudar a los animales. La depresión y la rabia, aunque razonables, no nos harán más efectivos, más bien todo lo contrario. La gente quiere formar parte del equipo ganador, el de la gente que ríe y lo pasa bien.

Por otra parte, tenemos razones para ser optimistas: cada persona que se haga vegetariana salvará miles de animales; nosotros, y mucha más gente, estamos tratando de hacer un mundo mejor. Estas son razones para estar contento.

A continuación trata de algunas cosas que los activistas suelen hacer mal y que se deberían reconsiderar.

Cuatro cosas que hacemos mal: cuatro estrategias para la libración animal

1. Pureza personal vs. Activismo efectivo

La primera cosa que solemos hacer mal es anteponer nuestra pureza personal al ser más efectivos en la defensa de los animales. Perdemos de vista el hecho de que el veganismo trata de minimizar nuestro apoyo al sufrimiento, no de eliminarlo.

Todo lo que consumimos supone en cierta medida un daño para los animales: el uso de pesticidas, abonos animales, incluso el plástico de las suelas de nuestros zapatos veganos incluyen una pequeña cantidad de ingredientes animales. El veganismo es intentar reducir nuestro apoyo al sufrimiento, pero también es hacer nuestra defensa de los animales lo más efectiva posible, porque esto salvará más animales que si somos veganos nosotros mismos. Por cada persona que se convierta al veganismo habrá miles de animales que se salvarán, por el contrario si haces algo que evita que alguien considere adoptar una dieta vegana, estás haciendo daño a los animales, al poner una barrera donde podrías haber tendido un puente.

Cuando conocemos a alguien que quiere adoptar una dieta vegana pero se siente incapaz de dejar de tomar queso o helado, deberíamos animarlos a dejar el resto de productos, excepto el queso o el helado, en lugar de sermonearlos, porque de esta manera lo más probable es que la persona no progrese.

De igual manera, si vamos a comer fuera y decimos que no podemos comer el pan porque no estamos seguros de que tenga una pequeña cantidad de suero de leche o si hay una hamburguesa vegana y sometemos al camarero a un interrogatorio sobre los ingredientes, estamos dando la imagen de que ser vegano es algo muy difícil, y de esta manera creamos una barrera entre las personas que comparten la mesa con nosotros y que podrían adoptar una dieta vegana.

Si es algo que te preocupa, antes de ir a un restaurante puedes llamar para preguntar que platos veganos tienen y en una reunión o fiesta puedes llevar alguna buena comida vegana para compartir. Pero sobre todo, nunca digas que ser vegetariano o vegano es una lata, y no hagas parecer que comer fuera o en reuniones sociales es algo complicado. Por otra parte, si estás en una reunión donde no puedes comer nada, es posible que la gente te pregunte sobre ello, especialmente si saben que eres vegetariano. Ese es un buen momento para dar algo de información, de una manera alegre, sin necesidad de alienar a nadie, pero presentando las razones morales básicas.

2. Nos disculpamos o minimizamos

Otra de las cosas que hacemos mal es disculparnos o minimizar. Presentamos nuestro vegetarianimo como, por ejemplo, una decisión personal. Como esto puede ayudar a los animales? Como alguien que nos escuche va a darse cuenta de las consideraciones morales? De hecho, el vegetarianismo es tan decisión personal como lo pueda ser golpear a un niño. En ambos casos hay otro individuo con sentimientos e intereses al que se le está causando un daño.

Desde un punto de vista estratégico, hay situaciones en las que profundizar sobre las formas de explotación animal puede ser contraproducente. Por ejemplo, en una mesa llena de carnívoros. En estas situaciones, si alguien nos pregunta porqué somos vegetarianos, en lugar de contestar que es una opción personal o no queremos hablar del tema, pudemos contestar algo como: “No quiero apoyar la crueldad de las granjas y me siento mejor siendo vegetariano, pero entiendo que discutir sobre este tema en una mesa llena de carnívoros puede ser desagradable para todos y no quiero dominar toda la convesación. Pero te puedo recomendar libros y tengo algunos vídeos y, si quieres, podemos hablar en privado más tarde”.

Nunca digas que ser vegetariano es una decisión personal, que es por razones de salud o medioambientales. Puedes sacar estos temas, como complemento, pero si tienes que elegir un tema para hablar, hazlo sobre los animales.

3. No preparamos o practicamos

Hemos escuchados mil veces preguntas como “que pasa con el aborto?” o “no sienten las plantas?”, así que no hay excusa para no prepararnos buenas respuestas y contestar de una manera simpática.

4. No tenemos en cuenta las pequeñas cosas

No debemos olvidar las pequeñas cosas como llevar chapas, camisetas o pegatinas en el coche. También es importante llevar folletos informativos encima. Alguien te puede preguntar sobre tu camista “Ask me why I’m vegan” y puedes darle un folleto sobre el tema. Cada vez que alguien piensa acerca de los derechos de los animales o piensa “este chico o chica del coche parece bastante normal y es un defensor de los derechos de los animales” es una victoria para los animales.

jueves, 18 de febrero de 2010

Cuentos infantiles vegetarianos/veganos

Entre tanto cuento infantil de granjas, zoos y circos, mirad que dos tesoros:

Dilo por mí

Buzo, Rocío. Dilo por mí. Ed. Autora, 2009.

Oli es un niño de nueve años. Un día, comiendo en casa de sus abuelos, el filete que tenía en el plato le habló y le contó una historia que cambiaría su vida. Sus ansias de saber y comprender cómo funciona el mundo le convirtió en portavoz de un importante mensaje que compartió con sus amigos y vecinos, los cuales entendieron enseguida que "había que hacer algo". ¿Podrán los niños llevar a cabo la tarea que se proponen?

"Dilo por mí" es un relato dirigido a niños y adultos que no tienen miedo a escuchar y comprender ese mensaje.



El sapito vegetariano

Ana María Romero Yebra. El sapito vegetariano. Madrid: SM, 1998. (Cuentos de ahora ; 21)

Mamá rana tuvo un sapito muy bonito. Pero Sapito, desde el principio, no comía nada. Su madre, muy preocupada, lo llevó al médico. Sapito seguía sin comer. Por fin un día, Sapito dijo que lo que le pasaba es que no pensaba comerse otros animales, que él era vegetariano. Desde ese día Sapito come hojas, juncos y tomates.



En el foro de la UVE hay un hilo dedicado a cuentos infantiles que está muy bien. Está aquí.

La mayoría de estos libros se encuentran el librerías y bibliotecas. Si hay alguno que os interesa, también podéis pedir a vuestra bibliteca pública que lo adquiera. El no ya lo tenéis.

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“El pez que sonreía”, de Jimmy Liao, es un corto animado que también es un cuento infantil (Cádiz: Barbara Fiore, 2010). Una pequeña joya para educar en el respeto hacia los demás animales, para entender que querer no es poseer sino respetar. [Nota de junio del 2011]

viernes, 12 de febrero de 2010

Un poquito de consideración

Conversación en el trabajo (pero en catalán):

- Buenos días! (yo)
- Hoy es mi santo y he traído coca de llardons. (mi jefa)
- Ah! Los llardons son carne.
- Son cerdo, directamente (risita). Es que es lo tradicional por estas fechas.
- Ah! Vale. Felicidades! (sonrisa)

Y así me pasa en todas las fiestas y yo, como una tonta, currándomelo, haciendo pastitas para llevar el día de mi cumple. Me parece que de ahora en adelante sólo voy a celebrarlo con la gente que me tiene en consideración. Que menos, no? Pero claro, si no llevas algo, la que queda mal eres tú, aunque a ti nadie te haya invitado a nada. Pero es que no es así: ellas sí te han invitado! Eres tú que no has aceptado su invitació.

Me pregunto si harían lo mismo si no comiera según qué por salud o religión. La ética... mandé?! Eso qué es?

martes, 9 de febrero de 2010

Museo de los horrores (institucionalizados)

Hoy he descubierto que exite un museo de embutido. Se llama Museu de l'Embotit y está en un pueblo de La Garrotxa. No pongo la web para no hacerles más publicidad, pero si quereis entrar con poner museu y embotit en el Google, la encontrareis.

No hay nada de que extrañarse, es un museo de temática alimentaria como el del chocolate o el de la cerveza, pero para las personas que consideran que los cerdos no son simples cosas o productos éste es un auténtico museo de los horrores, de horrores institucionalizados, pero horrores al fin y al cabo.

La fotografía con la que presentan la web habla por sí misma. Y yo me pregunto, el cerdo que mantienen estirado sobre un banco, qué es? Un individuo o una cosa? Lo digo por si todavía hay alguien que piense que tratamos a los animales como si fueran algo más que objetos.



A mí de pequeña me llevaron a la matanza, en el pueblo de mis padres, y aunque era muy pequeña la recuerdo. Algún día, con más tiempo, quiero hablar de eso.

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Quiero celebrar que tengo una seguidora! Este blog no lo merece, pero me ha hecho ilusión. Gracias, reina ;-)

jueves, 4 de febrero de 2010

Esclavitud

Hay imágenes que espero que no me dejen de impresionar nunca.






"A los animales que hemos vuelto nuestros esclavos, no nos gusta considerarlos nuestros iguales". Charles Darwin

lunes, 1 de febrero de 2010

Ya llegó

Ya ha llegado el día en que nos han dicho que nuestro sobrinito come carne. Era sólo cuestión de tiempo.

Recuerdo que una de las primeras veces que lo vi pensé en lo injusto que sería hacerle daño a una criatura tan vulnerable e inocente.

Bueno, son cosas mías, tampoco hay que darle más vueltas.