Una ida de pelota... Me imagino un cuento: una mujer duda de lo que hace, de ser vegana. Su madre le dice que las cosas son como son, que siempre han sido así, que no van a cambiar, que se complica la vida, que se va a quedar sola. Ese día se va a dormir con la duda de si lo que hace es lo correcto: si yo soy una minoría, estaré equivocada, pero yo en mi corazón sé que lo que hacemos con los animales es una gran injusticia.
Se despierta, nota algo raro en el ambiente, se viste para ir a trabajar y cuando sale a la calle un hombre corpulento se acerca a ella y empieza a gritarle que es una puta, que como se atreve a salir así vestida. La agarra por un brazo y se lo retuerce. Todos alrededor, hombres y mujeres, la miran con rabia, como con odio. No lo entiende. Cuando logra liberarse vuelve corriendo a casa. Allí encuentra a su madre, completamente tapada. Le explica llorando lo que le ha pasado y la madre, con lágrimas en los ojos, le dice que cómo ha hecho eso, que si se ha vuelto loca, que como se atreve a salir a la calle con los brazos y las piernas al descubierto, que qué van a pensar de ella, que esperemos que no la haya visto ningún conocido… Ella dice que se tiene que ir a trabajar y la madre vuelve a reprenderla: que ella no ha ido nunca a trabajar, que su sitio está en casa, porque así es como son las cosas, como han sido siempre…
Pero yo en mi corazón sé que esa es una gran injusticia. Esta noche no me iré a la cama con la duda, ahora entiendo: no me voy a quedar en casa; tengo que cambiar el mundo.
jueves, 16 de julio de 2009
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