"Auschwitz empieza donde quiera que alguien mira a un matadero y piensa: sólo son animales." Theodor W. Adorno
Cuando leí por primera vez esta frase me calló como un mazazo, como una revelación.
En general, la gente no acepta bien esta correlación entre el holocausto judío y ese otro holocausto, al que hemos condenado al resto de animales, o a algunos, por pertenecer a otra especie. Lo sé por experiencia. Esta es una intuición que tenemos muchos de los que defendemos los derechos de los animales y tenemos la suerte de estar autorizados por grandes pensadores, como el propio Adorno.
La idea del holocausto está muy argumentada y documentada en un libro que os recomiendo muchísmo. Su título original es Eternal Treblinka : Our treatment of animals and the holocaust y su autor Charles Patterson. Aquí se puede encontrar con el título ¿Por qué maltratamos tanto a los animales? : un modelo para la masacre de personas en los campos de exterminio nazis (Lleida: Milenio, 2008). Es un libro traducido a una docena de idiomas, de esos que no dejan indiferente. Como dice en el prólogo, es uno de esos libros que pican, que son, de hecho, los que merece la pena leer.
A lo largo de los capítulos se trata de aspectos diversos: de la práctica común a lo largo de la historia de la animalización de aquellos pueblos con el fin de justificar su exterminio; de los orígenes de la eugenesia en los EUA y su aplicación en la Alemania nazi; de cómo los campos de exterminio nazi se "beneficiaron" de la industrialización de los mataderos estadounidenses y también dedica un capítulo a Hitler, del que se dice que era vegetariano, a pesar de demostrar con hechos su total falta de consideración hacia personas y animales no humanos.
La parte final del libro está dedicada a recoger los testimonios de judíos, pero también de alemanes arios, que llegaron a convertirse en defensores de los animales a raíz de su experiencia con el Holocausto. Entre todos ellos, merece especial atención el Nobel de literatura Isaac B. Singer, judío de origen polaco, vegetariano y defensor de los animales. Entre muchas otras cosas, nos explica que en sus obras solían aparecer personajes vegetarianos y siempre que le concedían una entrevista él mismo se encargaba se sacar el tema de los animales y su vegetarianismo.
Si tengo que destacar un testimonio, sería el del alemán Von Haugwitz, quien se indigna recordando como sus compatriotas, una vez acabada la guerra, quisieron hacer creer que no tenían ni idea de lo que estaba pasando, cuando él recuerda que corrían rumores de lo que se estaba haciendo a los judíos.
"... Esto es lo que a mí me subleva, porque hubo rumores que circularon y hubo gente que supo algo, pero la mayoría, en realidad dijo 'Si sabes algo, no me lo cuentes. No quiero saber los detalles'. Y no lo quiso saber porque saberlo hubiese resultado demasiado molesto." Hoy día ve la misma actitud de denegación. "Tengo un buen archivo de videos sobre derechos animales, pero no es fácil mostrar a la gente lo que ocurre en los mataderos y los laboratorios. No quieren mirarlo: les quitaria el apetito." (p. 298)
Ahora estoy leyendo, como buenamente puedo porque es alta filosofía y una es tirando a cazurrilla, el libro de Jacques Derrida, El animal que luego estoy si(guien)do (Madrid: Trotta, 2008). En él también aparece la idea de genocidio cuando se refiere a la industrialización de la explotación de los animales (p. 41-43).
Los que queremos dar voz a los animales a menudo acabamos sufriendo los ataques de gente que no tiene el más mínimo interés en los demás, sólo en mantener sus conciencias limpias para poder irse a dormir tranquilos. Yo, y supongo que no soy la única, a menudo me siento desautorizada y puedo pensar que el símil del holocausto es excesivo, llego a dudar de lo que pienso y siento, porque nuestro discurso está en los márgenes, es un discurso de los límites. Pero realmente no estamos solos. Descubrir estas voces con autoridad que también se han alzado para defender a los animales es como encontrar un oasis en mitad del desierto. No soy yo, pobre desgraciada, la que dice, dice Adorno, dice Singer, dice Derrida... Dicen lo evidente, dicen lo que diría cualquiera que quisiera ver.
El holocausto animal existe y es un eterno Treblinka, que no acaba, y que sólo acabará con la lucha de muchas personas comprometidas, empezando por la lucha más pacífica y sencilla: elegir un plato del menú que no esté manchado de sangre. No podemos abandonarles en el infierno, debemos darles voz.
Para terminar, estas palabras tan lúcidas, de un gran escritor con un gran corazón.
"En su interior, Herman pronunció una elegía por la rata que compartió una parte de su vida y que, por su culpa, había dejado este mundo. 'Qué sabrán ellos, todos esos eruditos, todos esos filósofos, todos los líderes del mundo, sobre alguien como tú?' Se han convencido a ellos mismos de que el hombre, el peor transgresor de todas las especies, es el rey de la creación. Todas las demás criaturas fueron creadas únicamente para proporcionarle alimento y vestido, para ser atormentadas y exterminadas a su antojo. En lo que a ellas se refiere, todos los humanos son nazis; para los animales, la vida es un Treblinka sin fin."
Isaac Bashevis Singer
The Letter Writer (El escritor de cartas)
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2 comentarios:
Hola. Felicidades por la entrada. Yo también escribí un texto hace tiempo sobre este mismo tema:
http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2009/05/la-negacion-del-holocausto.html
No he encontrado ningún correo al que dirigirme a ti en privado, así que te comento que un defecto ortográfico que he visto en el texto.
En el tercer párrafo (empezando desde abajo) pone "exite" en donde debería poner "existe".
Un saludo.
P.D: Si quieres, puedes borrar este comentario cuando lo hayas corregido.
Muchas gracias, Luis, por la corrección y por el enlace a tu entrada. Muy interesante.
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