lunes, 4 de octubre de 2010

Mi recorrido

Me considero un híbrido entre vinciana, damasquiana y emplazada. Creo que tengo algo de vinciana porque siempre he sentido empatía por los animales. Desde muy pequeña quería cuidarlos y protegerlos. Por otra parte desvinculaba totalmente los animales vivos de los que me daban para comer, de una manera pasmosa además, porqué no es que me los tuvieran que dar a trocitos para no reconocer sus cuerpos. Comía caracoles, cabezas, sesos, pies de cerdo... Era muy carnívora. Eso sí, recuerdo que cuando iba al pueblo me tenían que comprar la carne y la leche del supermercado, porque la de allí olía a los animales con los que había estado jugando.

Cuando fui más grande siempre que pensaba en lo que estaba comiendo me daba mucha pena y asco, así que tenía temporadas que no comía carne o algún tipo de carne, pero siempre volvía a cerrar los ojos hasta que llegó un momento damasquiano. Bueno, antes, cuando debía tener unos 15 o 16 años quise hacerme vegetariana pero sin informarme lo más mínimo y, claro, no sabía que comer, de lo que deduje que ser vegetariana era muy difícil o imposible.

Mi momento damasquiano llegó a los 27 años. Un día en una urbanización que hay en una montaña cerca de donde vivo nos encontramos (iba con mi compañero) con una perra abandonada. Estaba muy mal, asustada, enferma, en los huesos. Era totalmente dócil y llevaba una vida miserable. Unos señores de por allí le daban de comer y nos contaron que la habían abandonado de pequeña, que había parido y durante un tiempo tuvo infecciones muy fuertes. Hasta los perros de la urbanización, al verla tan débil, la atacaban siempre que podían. Me afectó mucho y estuve subiendo algunos días a verla y llevarle comida pero la realidad es que no hice nada por ella. Pude llamar a una protectora, buscar alguien con coche para ir a recogerla, hacer algo, pero no lo hice. Me vi a mi misma de brazos cruzados y mirando hacia otro lado, justamente lo que estaba haciendo cuando comía un plato de carne. Decidí que eso tenía que cambiar y que me iba a hacer vegetariana, dedicando el tiempo que necesitara pero sin dar marcha atrás. Enseguida dejé el cerdo y la vaca (comerlos me resultaba repulsivo, como una especie de canibalismo) y gradualmente dejé el pescado y el pollo.

También me considero una emplazada porque ha sido a base de informarme que finalmente he dado el paso al veganismo. Antes apenas sabía que era y si alguien me hubiera preguntado a lo mejor hubiera dicho: vegana, yo, nunca!

Éste ha sido mi recorrido, o lo que llevo de él, porque el camino es largo y la ayuda que necesitan los animales, mucha.

A veces pienso que fue esa perra, pero podría haber sido cualquier otra cosa, antes, más tarde o quizás nunca. Creo que tarde o temprano habría llegado... o eso quiero pensar. Por supuesto, nunca me perdonaré no haberla ayudado, pero creo que es mejor mirar hacia delante, mirar todo lo que podemos hacer.


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El sábado, 2 de octubre, fuimos a la manifestación por los derechos de los animales que con motivo del día mundial de los animales de granja convocaron diverses entitades en Barcelona. Me pareció que éramos muchos. No llegamos a mil, pero éramos cientos. Fue un momento genial, sentirse rodeada por tanta gente con la que tienes algo tan importante en común y reencontrarse con los compañeros animalistas. Y después Libera! nos invitó a una degustación en el Ecocentre. La mejor manera de pasar una tarde del sábado :-)

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