Sé cómo están las cosas, o así lo creo. La realidad se esconde y nos la escondemos, son muchos los intereses económicos, políticos y personales para continuar como siempre, para no cambiar.
Mi camino lo inicié al ser consciente de mi hipocresía, de mi autocomplacencia. Hasta los 27 años no dejé la carne y tardé 3 años más en dejar el resto de productos fruto de la explotación animal. Ahora siento que debo hacer algo más, porque son demasiados lo indiferentes, prácticamente todos, y muy pocos los que estamos dispuestos a hacer algo por los que están a nuestra merced, totalmente desprotegidos y vulnerables.
Sin embargo, desde que tengo conciencia siempre he sentido un malestar ante el plato de carne. Era un malestar que iba y venía, tampoco estaba siempre presente y cuando aparecía me cuidaba de esconderlo. Iba a temporada, a días o momentos, pero el malestar siempre volvía a aparecer y yo siempre lo volvía a esconder. Bien tapadito, para que no me hiciera sufrir y no me obligara a tener que cambiar. Cuantas veces me comí un plato de carne con repugnancia o lo tuve que apartar. Cuantas veces esos restos me recordaron la vida de alguien que había sido. Sin embargo, la mayoría de las veces era indiferente. Eso tampoco lo vamos a negar.
En un mundo en el que el debate sobre el respeto por los animales no humanos es inexistente, o casi, no es raro que te acabes por sentir rara, ridícula, preocupada por algo que no existe a los ojos de la mayoría. Ellos pueden hasta compadecerse de mí, enfadada con el mundo, yendo a contracorriente, creyendo en un mundo que nunca veré y que puede que nunca llegue a ser. Sin embargo, puede que sea todo eso y más, pero lo que nadie podrá decir es que actué con mala fe o que fui cobarde porque pensé una cosa e hice otra.
Me cuesta entender a los omnívoros que comen carne y nunca han sentido el desasosiego de digerir los restos de alguien. Tengo una pregunta para ellos, sin mala fe, pero con incomprensión, quizás la misma que la gente como yo les pueda inspirar. Mi pregunta es: tenéis corazón? A lo mejor me paso, porque para vosotros en el plato no hay alguien sino sólo algo. Es verdad que la empatía también se aprende, pero a mí se me hace difícil entender que alguien no pueda compadecerse por otro ser que también siente, sólo porque es de otra especie. Unos ojos que te miran son unos ojos que te miran. No quiero ofender a nadie, pero a veces no puedo evitar plantearme eso, si tenéis corazón.
Y para aquellos que sí habéis sentido alguna vez ese malestar, mi pregunta es: a qué esperáis para trazar una linea recta entre lo que sentís, pensáis y hacéis? Seguro que tenéis mil dudas y muchas preguntas por responder, pero entonces lo más sensato es buscar respuestas en lugar de esconder vuestro malestar bajo la alfombra de la hipocresía, tal como hacía yo.
Es algo más complejo de lo que yo lo pinto, pero también es verdad que las cosas más terribles de este mundo a veces no se sustentan en la maldad, sino en la ignorancia y la indiferencia de una gran mayoría de buenas personas.
lunes, 28 de febrero de 2011
lunes, 14 de febrero de 2011
Mamá adoptada
Éste es Leo cuando era pequeño. Lo encontramos en un solar al lado de casa y en un principio lo íbamos a llevar a una protectora, pero por suerte no lo hicimos y nos lo quedamos. Por aquel entonces ya teníamos a Misu y más adelante llegaría Lupita.
Cuando los gatos que tienes no son buscados, sino que los has encontrado, la gente suele hacer comentarios del tipo "pero cuantos gatos tienes ya?" y cosas así. Digamos que nadie se alegra por ti. En parte lo entiendo, porque son como la llegada de un niño que no se esperaba, que no era deseado. A mi padre, por ejemplo, no le caen muy bien mis gatos, supongo que porque los ve como una carga para mí y cree que no debería preocuparme por ellos. De Leo siempre ha dicho que es muy feo y orejudo. Bueno, digamos que Leo no es un gato muy guapo, pero eso no lo hace menos importante para mí.
Diría que Leo es un amigo si no fuera porque es mi niño. De hecho, yo soy su mami adoptada. Sí, lo digo bien, adoptada y no adoptiva, porque fue él quien me adoptó. La cosa fue así: el primer día que estuvo en casa se subió a un armario sin querer saber nada de nadie. A la mañana siguiente, viendo que le dábamos de comer y que íbamos en son de paz, bajó del armario y se me sentó encima, me miró fijamente y me tocó con su cabecita debajo de la barbilla. Desde ese momento estaba claro, yo había sido adoptada como su mami. Lo que vino después fue un idilio de cariñitos y empalagueo, porque para Leo las caricias y los mimitos nunca son suficientes. Ahora ya es un gatito adulto y está un poco más desprendido pero el cariño que nos tenemos no puede cambiar.
Podría explicar mil cosas de Leo, de lo bicho que llega a ser, de cómo nos engaña para quitarnos la silla, para que estemos por él, como nos despierta a horas intempestivas, como le gusta hacer la vida imposible al pobre Misu, etc. Por cierto, una cosa muy especial suya, que yo al menos no he visto en ningún gato antes, es que me habla!! Sí, sí, si yo me lo quedo mirando, el gato me mira y emite ruiditos con la boca, pequeños maullidos y chasquidos, una cosa muy rara. Me dice cositas, lo que ya no sé el qué ;-)
Otro día hablaré de Misu y Lupita, cada uno diferente, con su forma de ser que los hace únicos e irrepetibles. Ellos me recuerdan cada día porque soy vegana y porque defender los derechos de los animales es tan importante y urgente. Sin ellos, la casa y mi corazón estarían más vacios.
Otra foto de Leo, para que veáis lo guapo que está:
miércoles, 2 de febrero de 2011
Cultura animalista
Hace un tiempo Andreu Buenafuente (un humorista catalán, para los que no lo sepan) hacía un monólogo en el que ridiculizaba a vegetarianos y veganos. Por ejemplo, decía que un vegetariano es aquel que te quiere hacer creer que es feliz sin comer carne, o que un vegano es aquel que sólo como vegetales, aunque un día se encontró a uno intentándose comer una farola. Otro día, un monologuista amateur en un programa del tipo "El club de la comedia" explicaba que él era vegetariano y no podía entender como su novia al ver la película "Babe" se ponía a pensar en el McDonald's, porque sería como si a él una selva amazónica le recordara el Ikea. También explicaba que buscando trabajo encontró un anuncio para cubrir una plaza de asesino vestido de payaso, se presentó y resultó que buscaban un torero.
A dónde quiero llegar? Pues bien, como vegana me hacen bastante más gracia los chistes del segundo monologuista. No vamos a engañar a nadie. Pero es verdad que el humor puede ser ofensivo y por lo que veo la mayoría de las veces lo es. Sí, como vegana podría sentirme ofendida por los chistes de Buenafuente, pero para qué?
A uno le gusta decir, o sentir que dicen por él, y no tanto ser dicho. Los vegetarianos y veganos solemos ser objeto de humor, pero pocas veces sujetos, creadores de ese humor. En fin, pienso que no es que sobren los humoristas que hacen chistes sobre vegetarianos, sino que faltan los humoristas vegetarianos que muestren su versión de lo que es ser vegetariano y nos hagan reir con chistes sobre carnívoros, por ejemplo.
Quien habla de humor habla de tantas otras cosas. Faltan personas que sean sujetos, creadoras de una cultura animalista. Hacen falta humoristas, directores de cine, guionistas, presentadores de televisión y un largo etcétera de personas animalistas que muestren el mundo desde nuestro lado. Porque tener la palabra tiene mucho valor. De eso no hay duda.
A mi modo de ver el animalismo se refleja básicamente en la literatura filosófica y sobre el movimiento de los derechos de los animales. Por supuesto, también hay toda una literatura sobre nutrición y cocina vegetariana y vegana. Esto es así por razones obvias, pero pienso que el crecimiento de una cultura animalista sería de gran ayuda, sobre todo porque ayudaría a la normalización, a hacer visible a todo un colectivo y sus ideas.
Es por eso que me gustan tanto los cuentos infantiles para niños vegetarianos/veganos. También las obras de escritores vegetarianos que reflejan su manera de ver las cosas, como Isaac B. Singer o J. M. Coetzee.
Para muestra un botón: aquí os dejo un enlace a la página de un dibujante de cómics vegano que ironiza en sus viñetas sobre el trato que damos a los demás animales.
También hay artistas veganos que muestran sus inquietudes en sus obras. Buscando por internet se pueden encontrar cosas interesantes.
Seguro que debe haber multitud de ejemplos de la cultura animalista y estoy segura que cada vez irá a más. Y a más veganos más fácil será que crezca esa cultura, que en definitiva es una herramienta para ayudar a los demás animales.
A dónde quiero llegar? Pues bien, como vegana me hacen bastante más gracia los chistes del segundo monologuista. No vamos a engañar a nadie. Pero es verdad que el humor puede ser ofensivo y por lo que veo la mayoría de las veces lo es. Sí, como vegana podría sentirme ofendida por los chistes de Buenafuente, pero para qué?
A uno le gusta decir, o sentir que dicen por él, y no tanto ser dicho. Los vegetarianos y veganos solemos ser objeto de humor, pero pocas veces sujetos, creadores de ese humor. En fin, pienso que no es que sobren los humoristas que hacen chistes sobre vegetarianos, sino que faltan los humoristas vegetarianos que muestren su versión de lo que es ser vegetariano y nos hagan reir con chistes sobre carnívoros, por ejemplo.
Quien habla de humor habla de tantas otras cosas. Faltan personas que sean sujetos, creadoras de una cultura animalista. Hacen falta humoristas, directores de cine, guionistas, presentadores de televisión y un largo etcétera de personas animalistas que muestren el mundo desde nuestro lado. Porque tener la palabra tiene mucho valor. De eso no hay duda.
A mi modo de ver el animalismo se refleja básicamente en la literatura filosófica y sobre el movimiento de los derechos de los animales. Por supuesto, también hay toda una literatura sobre nutrición y cocina vegetariana y vegana. Esto es así por razones obvias, pero pienso que el crecimiento de una cultura animalista sería de gran ayuda, sobre todo porque ayudaría a la normalización, a hacer visible a todo un colectivo y sus ideas.
Es por eso que me gustan tanto los cuentos infantiles para niños vegetarianos/veganos. También las obras de escritores vegetarianos que reflejan su manera de ver las cosas, como Isaac B. Singer o J. M. Coetzee.
Para muestra un botón: aquí os dejo un enlace a la página de un dibujante de cómics vegano que ironiza en sus viñetas sobre el trato que damos a los demás animales.
También hay artistas veganos que muestran sus inquietudes en sus obras. Buscando por internet se pueden encontrar cosas interesantes.
Seguro que debe haber multitud de ejemplos de la cultura animalista y estoy segura que cada vez irá a más. Y a más veganos más fácil será que crezca esa cultura, que en definitiva es una herramienta para ayudar a los demás animales.
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