miércoles, 22 de diciembre de 2010

Cuento vegano de Navidad

En Nochebuena mi tía llamó diciendo que algo le había sentado mal, pero no era nada extraño porque es muy delicada del estómago.

El día de Navidad mi familia comió como si no hubiera crisis: marisco, pavo, cordero... Nosotros nos quedamos llenos con el seitán al vino que nos preparó mi madre. Todo iba bien hasta que a media tarde empezaron los dolores de barriga y las caras pálidas, así que nos tuvimos que recoger pronto y a Fernando y a mí, que éramos los únicos que no nos encontrábamos mal, nos tocó recoger y fregar los platos.

El día de Sant Esteve, a pesar de las buenas intenciones, fue imposible reunirnos. Toda mi familia al completo sufría de diarrea y vómitos. Mi hermano, para variar, además estaba resfriado. Viendo que la cosa iba a más llamé al hospital pero me contaron que estaban colapsados y que no eran los únicos. Me explicaron que eran muchos los casos con el mismo cuadro clínico. En la televisión incluso se empezaba a hablar de una epidemia que podría estar afectando a medio mundo. Todo apuntaba a que la causa de la enfermedad era la carne, ya que todos los afectados la habían consumido en las fiestas navideñas, pero todavía no habían podido identificar el virus que la provocaba. El problema era de grandes magnitudes y ya os podéis imaginar que empezaba a cundir el pánico. La gente se estaba yendo por la pata abajo.

Así que estamos a día 30, es mi cumple pero no estoy para celebraciones. En verdad, este fin de año parece que tenga que ser el fin del mundo. Pero no era en el 2012 cuando tenía que pasar algo gordo?

Nota1. Lo que ellos no saben es que Dios, con toda la móvida de la ILP, se ha empezado a interesar en los derechos de los animales (sí, le ha costado un poco) y después de mucho leer y mucho indagar en internet se ha hecho vegano y ha decidido dar un susto a la humanidad mandando una señal, bastante poco sutil, por cierto. Hubiera sido más fácil y elegante echar mano de la iluminación, pero él es más de mandar señales. Aunque, la verdad sea dicha, tampoco tiene mucha fe en que esta vez le funcione porque no sería la primera vez que los humanos no acaban de pillar sus indirectas.

Nota2. Lo que Dios no sabe es que muy probablemente no exista o almenos no en forma de señor gordo y barbudo que reparte castigos y perdones desde un trono de nubes. Lo que sí que es seguro es que como seres humanos tenemos la capacidad de guiar nuestras vidas con la voluntad de ser mejores y hacer el mundo un poco mejor. De hecho, la regla de oro de la ética, no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, es la base de todas las religiones.

Nota3. Y para acabar... Mi mayor deseo para estas Navidades es que cada vez seamos más los que incluyamos en nuestros sentimientos de amor y compasión a las criaturas más vulnerables que hay sobre la tierra y que sienten y padecen igual que tú y que yo.

Sin señales, ni castigos, ni perdones... Paz, amor y prosperidad para todos!!

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